sábado, mayo 06, 2006

Le gente de ciudad no lo entiende


La gente de ciudad no lo entiende y eso le aportaba aún más humor a la situación.

Las personas en una sociedad avanzada suelen confiar las unas en las otras ciertos aspectos importantes en la vida para seguir avanzando. Si se coge un autobús, uno siempre espera que le lleve a su destino, y suele ser así. ¿Cómo pudo ser entonces, que al confiar en sus propios sentidos, estos le decepcionaran? Algo que teóricamente podía controlar mejor que lo que hacían otras personas, que no se amoldaban a sus designios, debería de haberle resultado más fácil.

Se equivocó. Y el castigo fue acorde con su exceso de confianza.

Una persona acostumbrada a vivir en la ciudad siempre puede confiar en encontrar un buho que le deje cerca de casa, encontrar un taxi con su luz verde deboradora, o un metro salvador.

Vivir en un pueblo tiene ciertos inconvenientes, como por ejemplo que el autobús que coge la gente no es exclusivo. Pasa por diversos municipios además del de la persona que acaba de recoger. ¿Qué ocurre entonces si alguien se queda dormido y se despierta en otro pueblo totalmente distinto al suyo sin medio de transporte hasta 3 horas despúes?

La gente de ciudad no lo entiende.

Eso es lo que pensó nuestro hombre cuando a las 6 de la mañana descubrió que estaba a 5 kilómetros de su casa y mientras recorría una carretera oscura, rodeado por la negrura de la noche, los mugidos de las vacas y alguna que otra luz, de algún que otro coche que circulaba en una u otra dirección.

La gente de ciudad no puede entender que me pusiera a reir. ¿o si?...


Hasta la vista cowboy del espacio

4 Comments:

Blogger CardinalXiminez said...

Es lo que tiene vivir en el pueblo pueblo, macho.

Mi suerte es que no puedo dormir en algo que se mueve; pero la maldita angustia de quedarse sobado y despertar en Cercedilla...

Suerte de estación de autobuses, oiga.

07 mayo, 2006 14:17  
Blogger Txiki said...

Yo pasé mucho miedo, no es para reír. Cojí el mismo autobús que el día anterior a las 5 de la mañana, pero este hizo otro recorrido, creí que me había pasado la parada y me bajé en un pueblo que me sonaba de algo. Estube caminando hasta las 8, encontré el lugar al que quería ir, después de acabar incluso llorando. Pero no volví a intentarlo en autobús.

07 mayo, 2006 22:04  
Blogger Balaguera said...

."these strange things happen all the time"

09 mayo, 2006 19:08  
Blogger on said...

Míralo por el lado bueno: tú recuerdas haber bajado del autobús por tu propio pie. Ya sabes que yo en ese mismo poblacho...
Algún día debería contar mis juergas.

También está la versión: "Último tren en Cantoblanco", protagonizada por un subempleado que sí se inquietó un poquito ante la perspectiva de dormir en la estación de Chamartín.
Lo dicho, algún día.

10 mayo, 2006 17:50  

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