sábado, enero 21, 2006

Historia de dos panuflos

















-Panuflo 1: Podíamos ir a visitar a la Panufla; trabaja aquí cerca.
-Panuflo 2: ¿Ah si?, ¿dónde?
-Panuflo 1: Pues en un edificio de por aquí, escondido en un portal, pero aún así la muchachada lo encuentra y va a consumir. Por lo que, teniendo en cuenta el coeficiente general genérico de Maastrich, debe de estar trabajando aún.
-Panuflo2: Entonces vayamos. Me siento cual Philip Marlow persiguiendo a un delincuente en patinete.

Nuestros amigos recorren unos metros y llegan a su destino.

-Panuflo 1: Bueno pues ya hemos llegado; esto es el sitio.
-Panuflo 2, introduciendose en la tienda: Pues sí, pues sí. Esto parece ser una tienda donde la muchachada se pone ropa para luego ir enseñando ambas nalgas en las fiestas del Liceo.
-Panuflo 1 mirando a diestra y siniestra: ¿Dónde se encontrara la panufla?
-Panuflo 2, con mejor vista que el Panuflo 1: Mira mira, observa. Está ahí, entre otra dependienta y una clienta niñita que es como el padre rosales, que se orina en los portales. Fíjate, está situada entre dos personas cual entreteto en un escote.

Raudos y veloces acuden nuestros panuflos a saludar a la Panufla (a partir de ahora Dependienta A). Pero antes...

-Clienta niñita: Señor,¿Me da un penique?
-Panuflo 1: y tu para que quieres un penique niñita
-Clienta niñita: Usted démelo que yo sabre que hacer con él.
-Panuflo 2: pero no te das cuenta de que los peniques no se usan, toma, un euro. ¿Para qué lo quieres?
-Clienta niñita: Es para mi hermana que lleva una resaca la pobre...
-Panuflo 1: hay pobrecilla.
-Clienta niñita: mire, va de bajona.
-Panuflo 2: hala, tira y no te lo gastes todo, invierte un poco en mi banco; ¿sabes como se llama? el Banco-jonudo.

Después de este paréntesis, se sitúan a la altura de las mozitas.*

-Panuflo 2: Buenas flovidas señorita, ¿dónde podemos encontrar unas faldas masculinas que nos favorezcan?
-Panuflo 1 Golpea a Dependienta A con una publicidad con varios flejes acoplados.
-Dependienta A, después de pegarse un susto al encontrarse rodeado por dos adiestradores de monos de zoo: Pues no se, aquí tienen ustedes cierta mercancía, que aunque estrecha y abierta, es cómoda y sutil.
-Dependienta B, con ojos enfocados a dos panuflos: ¿es que sois transexuales?
-Panuflo 2: No, somos ubersexuales.
-Panuflo 1: Yo aún diría más, somos plurisexuales.
-Dependienta B mira cómo si acabase de escuchar unas Cantigas del siglo nono.
-Panuflo 1: Sí, sí, está de muy de moda.
-Panuflo 2: Pero que dejen lucir pierna peluda.
-Dependienta B: entonces creo que deberíais buscar en las faldas de 14 euros, en ese lado.
Panuflo 1 y 2 se miran.
-Panuflo 2: No sé, no sé, ¿tú qué piensas, Ángela?
-Dependienta B con un rictus en la cara que no se había utilizado desde que se descubrió que en la mili los fusiles está huecos por dentro: ¡Coño! ¡Que les conoces!
Panuflo 1,2 y Dependienta A (o Panufla) se ríen hasta llorar.

Minutos después Panuflo 1 y 2 se encuentran en la calle y se dan cuenta de que la manera de hablar que tienen entre ellos, no es comprendida por la muchachada normal. Hay que cambiar el chip cuando hables delante de gente normal (cópilao mil veces, aunque no va a servir de nada; yo soy así y así seguiré, ¡¡¡NUNCA CAMBIAREEEEEE!!!

P.D.: La historia es real y desde el asterisco (*) hasta el final, la conversación es la misma, sin que yo haya tenido que usar ningún aspecto más surrealista de mi vida o aficiones (para qué, la realidad supera la ficción). Doy gracias a Needa, al Esquimalcito de avellana y al mono que ha guionizado este episodio de mi vida por hacer que este momento sea inolvidable. El día fue de por sí ya divertido y esto fue un gran colofón.

Es un homenaje también a su Señoría Tip, a Coll, a Cesar Romero y al Retrospecter de la Hora Chanante. Gracias por hacer reir a estos viejunos que somos nosotros.

Hasta la vista Panoflo del espacio.
ecoestadistica.com