miércoles, enero 11, 2006

Ánimo, cowboy


Ver sufrir a la gente no es algo que nos guste, nadie lo pone en duda.

Cuando suena un saxofón con una melodía lluviosa, solo se te puede venir a la cabeza un vaso con hielo, un licor fuerte y una acogedora penumbra donde se ocultan todas aquellas partes del pasado que no se dejan enterrar bajo el yugo del tiempo. Un movimiento circular del vaso hace sonar de la misma forma a hielo y a recuerdo. Vivir esta vida implica ciertas dualidades. Amar y odiar, querer y matar, acción e incapacidad. Creemos que la pregunta es dicotómica, sólo se puede elegir sí o no. Sin embargo, estamos llenos de contradicciones, "yo soy yo y tengo multitudes" y encima todos hablan a la vez. Nosotros elegimos cuál es el que queremos ahora. No tiene por qué estar siempre fijo, ni tampoco hay que elegir a uno solo; todos valen y aunque no las comprendamos sabemos ver todas las opciones.

"Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde"; muy de vez en cuando necesitamos perderlo para darnos cuenta que de verdad lo queremos. Desconfiamos de una felicidad duradera porque nos han enseñado que no existe nada que dure eternamente. Madeja para engañarnos, auto flagelarnos con la mente para permanecer ocupados y no pensar.

Si un día te encuentras mirando al pasado, en un sitio a media luz, mientras un saxo da sonido a nubes de humo; piensa que tus actos los has elegido tú. Las opciones están ahí, pero no te ciegues echando una mirada hacia atrás. El que gira demasiado la cabeza acaba pisando una mierda que está delante.

El ser humano no está hecho para caminar hacia atrás, si fuera así nos habrían dado un par de ojos en el culo. Claro, que el cuello está para algo.

Hasta la vista cowboy del espacio
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